viernes, 8 de agosto de 2008

entrevista al fundador de anagrama

A punto de cumplirse el 40 aniversario de Anagrama, toma el pulso a su oficio

CIUDAD DE MÉXICO.- Jorge Herralde confiesa que nunca lo han chantajeado para que publique a un autor. Pero "alguna presión amistosa, excesiva", sí que le ha tocado vivir.
Lo que no dice el fundador de Anagrama es si la táctica dio resultado.
En lo profesional, Herralde fue una "oveja indeseada". Estudió ingeniería, pero pronto dejó la empresa semifamiliar para aventurarse como editor. Su padre, un industrial catalán políticamente conservador, murió antes de presenciar cómo, después de dar varios tumbos, Anagrama se consolidaba en los 80.
Desde abril de 1969, cuando aparecieron los primeros libros, hasta hoy, la editorial ha publicado cerca de 3 mil títulos. En estos casi 40 años de historia, Herralde afirma que sus razones para ser editor no han cambiado: compartir entusiasmos políticos o literarios, descubrir buenos autores...
Anualmente, Anagrama publica 75 títulos en edición normal, 25 en bolsillo, y unas 250 reediciones, con una facturación a la alta, "sin estridencias". Forman parte de su "club" autores consagrados como Tabucchi, Auster, Amis, McEwan, Capote y Bukowski, en narrativa, y Lipovetsky, Enzensberger, Baudrillard, Bloom y Rubert de Ventós, en ensayo, por sólo citar a algunos.
El número de escritores mexicanos en sus filas también ha ido creciendo: Sergio Pitol, Alejandro Rossi, Carlos Monsiváis, Roger Bartra, Juan Villoro, Sergio González Rodríguez, Álvaro Enrigue... "No es mala cosecha, creo".
¿Ha descubierto en los escritores rasgos comunes, defectos compartidos?
El ego es inevitable. Como dijo Marlon Brando sobre su gremio: "Actor es uno que si no estás hablando de él, no está escuchando". Pero no pocos autores lo ocultan, o lo gobiernan, o lo controlan de forma casi milagrosa.
Aunque cuando un escritor tiene un éxito clamoroso, el ego es a menudo una bestia imposible de domesticar.
¿Es usted de los agoreros sobre el futuro del libro o cree que ganará la batalla a internet?
Creo en el libro, indispensable en cualquier formato. Y pienso que el libro tradicional coexistirá con otras modalidades. Al menos así lo deseo.
Para ser editor, ¿hay que tener cierto don para la profecía?
Yo me considero un editor vocacional y un empresario forzoso que intenta no cometer demasiados errores. He publicado no pocos autores, desconocidos o casi, que se han convertido en imprescindibles: Roberto Bolaño, Alan Pauls, Álvaro Pombo, Rafael Chirbes, Enrique Vila-Matas, por limitarme a la lengua española.
Pero en muchos otros casos, oscurecidos por el fracaso comercial, he publicado a excelentes escritores que no han encontrado los lectores que merecen.
Anagrama ha recibido de vuelta a desertores como Soledad Puértolas. ¿Un editor no debe ser rencoroso?
Los rencores son inevitables, pero en mi caso también son escasísimos. Sólo lamento las maneras; las motivaciones, aunque duelan, pueden entenderse. Más bien siento una lógica precaución ante algún (o alguna) agente liante.

No hay comentarios: